martes, 23 de octubre de 2007

Cristiano y de izquierdas

Es curioso: el binomio “cristiano” y “de izquierdas” siempre precisa de explicaciones, de justificaciones. Eso no pasa con la derecha, que parece tener adquirido el monopolio de la fe. Parece como si a la gente no le entrara en la cabeza que se puede compaginar la opción evangélica con el compromiso político progresista.

Y es curioso, porque a mí me ocurre lo contrario: no comprendo como se puede ser cristiano y conservador; seguidor de un tipo que lo dio todo por los demás y defensor al mismo tiempo del status quo, del inmovilismo. Yo no elegí ninguna de las dos cosas: soy cristiano porque alguien acertó a mostrarme al Jesús de las Bienaventuranzas, y soy de izquierdas porque la observación del mundo y de las injusticias exige un posicionamiento de transformación, de cambio personal y estructural. Ambas opciones surgieron a un tiempo, y se complementaron y dimensionaron mutuamente, con una naturalidad aplastante.

Es curioso: al cristiano de izquierdas se le suelen poner por delante todas las contradicciones que, aparentemente, su opción política conlleva. Muchas de ellas de orden moral. Eso no pasa con la derecha, a la que se exime de tener que dar explicaciones sobre las muchas contradicciones que, a mi entender, también comporta. Así se hace incompatible ser creyente con militar en partidos que aceptan el aborto. Y en absoluto parece incompatible la fe con la explotación de los trabajadores o la discriminación en los procesos de enseñanza. Yo no acepto que se me lancen las contradicciones como pedradas, y menos desde dentro: para contradicciones las de la Iglesia. La coherencia es más un búsqueda que un lugar en que habitar: nadie está en condiciones de tirar la primera piedra, así que es preferible bajar la cabeza y trabajar duro con el puñado de convencimiento que cada uno tenga.

Es curioso: parece que entre los partidos de izquierda y los creyentes sólo pudiera darse una relación de permanente sospecha, un marcar las distancias y mantener la tensión. No ocurre lo mismo con la derecha y la fe, que enseguida encuentran muchos lugares comunes, mucha simpatía mutua. De esta manera cuesta sistematizar un pensamiento político de izquierda que incorpore las claves evangélicas. Paradójico, porque la enseñanza del nazareno habla de reparto, de solidaridad, de internacionalismo, de justicia... términos históricamente defendidos por la izquierda.

No es que se pueda ser cristiano y de izquierdas: es que lo segundo es una consecuencia lógica de lo primero. Después viene lo de militar o no en organizaciones o partidos. A mi me parece muy saludable, también sucio y comprometido, claro, pero saludable. La arena política es un espacio de incidencia en la organización del mundo, en la mejora de las relaciones entre las personas y los pueblos, en la búsqueda de un reparto más equitativo de los recursos. Todo eso. Habrá gente que pase de los partidos, que no soporte la hipocresía de las democracias modernas. Vale. Pero en ningún caso el evangelio justifica el mantenerse al margen: sea donde sea, exige una participación en los espacios colectivos, en los centros de poder, en las estructuras. Desde la mediación o desde la presencia, eso son decisiones coyunturales. Pero inevitablemente participando.

Así que nada de justificaciones, nada de explicaciones atropelladas sobre las opciones ideológicas, nada de dobles lenguajes: la figura de Jesús, el Evangelio, conducen de manera bastante inequívoca hacia la izquierda. Construir el Reino es admitir, de antemano, que la edificación social existente debe ser revertida. No me cuesta imaginarme a Jesús cantando la Internacional.

Escrito para el blog de Jornaliando (Colombia)

1 comentario:

agustín romero dijo...

Pues con tales convicciones si llegas a leer un portal católica tan de derechas como INFOCATÓLICA... te acabarías cagando,seguro (expresión coloquial), por las patas "pa´bajo".

Son la nueva inquisición eclesial.