lunes, 31 de diciembre de 2007

No me representan

Justo termina el 2007 y miles de católicos se han manifestado en Madrid en favor de la familia, encabezados por los obispos, con mensaje del papa por videoconferencia incluido en el lote. Me parece bien que cada uno se manifieste por lo que quiera, cuando quiera y como quiera. Pero yo también soy cristiano, tengo una familia al uso, y en absoluto me siento representado ni defendido por esos que han ido a Madrid. Es más, me siento profundamente decepcionado por algunas afirmaciones hechas desde este foro, y creo, como creyente, que es un deber manifestarse en contra, desmarcarse, desvincularse de una forma de entender la familia muy conservadora, dogmática y poco respetuosa con otra opciones.

Insisto: me parece legítimo que cada cual defienda sus convicciones, pero habría que dejar claro que son muchos los cristianos que no las comparten. Y cuando unos obispos encabezan entusiasmados estas manifestaciones, delante de los movimientos eclesiales más inmovilistas, pues entonces el resto nos sentimos un poco fuera, sin argumentos, capeando críticas del entorno, haciéndonos preguntas que no deberíamos hacernos. Porque, a fin de cuentas, esas convicciones tienen poco o nada que ver con el Evangelio de Jesús y su sueño de una tierra nueva.

Dicen que la familia tradicional está en peligro, y con ella se derrumba, al parecer, toda la tramoya social; y prácticamente el mundo mundial se sale de sus ejes. Y todo porque personas de un mismo sexo se amen, se casen y críen hijos, ¿de veras supone eso semejante peligro?. Luego hablaron de los divorcios y de los anticonceptivos, como si esas realidades no estuvieran ya presentes entre nosotros desde hace lustros, sin que ello haya dinamitado la sociedad ni mucho menos. Así que, ¿dónde está la amenaza?

Me resisto a pensar que defender un modelo de familia conlleve atacar y demonizar a todas las demás opciones. Mi familia estaría dentro de la ortodoxia, creo. Y convive sin dificultad con parejas homosexuales, con padres separados y divorciados, con parejas con hijos que no pasaron por la sacristía, con métodos anticonceptivos, con gentes de otras religiones. Me parecería ridículo negarle a un homosexual su derecho a llamar “familia” a su realidad familiar. O condenar los anticonceptivos en un entorno secular y moderno. Pretender eso es estar, definitivamente, fuera de la realidad, anclados en un nacionalcatolicismo que, por suerte, no volverá jamás.

A nadie se le esconde la instrumentalización política de la manifestación de los obispos. Pero eso es harina de otro costal. A fin de cuentas también es legítimo que ambos, jerarquía eclesial y Partido Popular, se utilicen mutuamente. Pero, por favor, señores obispos, den al resto de los creyentes, que son muchos, un margen de maniobra, un espacio en el que poder seguir respirando, un mínimo respeto a otras formas de entender la fe y la vida, la sociedad. Esta centrifugadora ideológica en que se está convirtiendo la Iglesia Española ha dejado ya a demasiados creyentes honrados por el camino. Y eso no es bueno.

Ojala el 2008 nos traiga más capacidad de dialogo con la sociedad, más humildad y más radicalidad en la defensa evangélica, en la búsqueda colectiva de la Civilización del Amor.


1 comentario:

Anónimo dijo...

La verdad es que la jerarquía y buena parte de los feligreses están bastante ciegos con este tema de la familia. Pero bueno, no es de extrañar cuando los dogmas de la fe tienen más fundamientación en la formas que en el fondo.
Como maestra de escuela terminas por conocer a tus alumnos casi como a tus hijos, y a sus padres... poco menos. Este año tengo en la clase a una niña acogida por una pareja de mujeres estupenda, que se han hecho cargo no sólo de ella sino de su enfermedad y su retraso mental. Desde poco después de nacer están pendientes de todo, años de médicos, hospitales, tratamientos... y ellas siempre con ilusión y alegría. Es "su" niña.
Luego te encuentras con otros hijos de parejas más ortodoxas que vienen a clase si lavarse, sin desayunar, que son desatendidos, ignorados, incluso maltratados. Padres ortodoxos a los que la iglesia permite ser padres aunque tengan 14 años o sean incapaces de llevar adelante el sostenimiento (cuanto menos la educación) de sus hijos.
Es triste comprender que un sector de nuestra sociedad está ciego porque no quiere ver. A mí, como miembro de este cuerpo global que formamos los seres humanos, siento que me duele, es como si una parte de ti se hubiese anquilosado impidiéndote los moviemientos elementales.
Y es triste también que desvirtúen los mensajes que forman la base del cristianismo para hacerlos a su imagen y semejanza.
Así que, con la Iglesia de opereta que nos representa, yo hago como cuando un programa de TV me parece incorrecto: boicot. Ya no me representa. Ya no quiero ser Iglesia Católica.
Que se queden con sus palios y sus pajas mentales sobre el sexo de los ángeles. Hasta con la vida eterna. A lo mejor ardo en el infierno, pero no pienso rendirme a los pies de un dios que se manifiesta por chuminadas como esa y se queda tan tranquilo ante las verdaderas tragedias del mundo.